Un crash test es un ensayo en el que se simula el impacto de un vehículo contra un elemento fijo o móvil, con el objetivo de analizar cómo se comportan los sistemas de seguridad relacionados con la protección de los ocupantes y los de la carrocería ante un posible accidente de tránsito.
¿Cómo funciona un crash test?
Un crash test puede realizarse en un entorno real y controlado (haciendo impactar un coche contra otro vehículo o contra una pared, por ejemplo), y también se puede llevar a cabo en laboratorios especializados, simulando accidentes graves como choques frontales o vuelcos, entre otros.
Durante estas simulaciones de los crash test, las pruebas de choque se realizan sobre una plataforma, en la cual se consideran y reproducen todos los factores necesarios para que el impacto sea igual al de un accidente real. Además, se utilizan los llamados dummies o maniquíes, que ocupan el puesto de los pasajeros y que sirven para evaluar los riesgos de lesión que estos podrían sufrir.
Algunas de las principales características de un crash test que permiten que estas evaluaciones sean confiables son las siguientes:
- Los crash tests se realizan bajo una luz intensa, capaz de alcanzar los 80.000 lux, para que se pueda captar lo mejor posible cada detalle del siniestro.
- Los dummies de los crash tests cuentan con células de carga, sensores de desplazamiento y acelerómetros, para que sea posible evaluar el comportamiento del cuerpo durante el impacto.
- Los choques son grabados a 1.000 fotogramas por segundo. De esta forma se pueden captar y reproducir, a cámara lenta, todos los detalles del impacto durante el choque.
- Existen distintas modalidades de crash test de acuerdo al tipo de impacto. Se pueden hacer crash tests de choques frontales, laterales, frontolaterales, laterales de poste, laterales de barrera y pruebas de vuelco, por poner algunos ejemplos.
¿A qué velocidad se hacen los crash tests?
Los crash tests se pueden realizar a distintas velocidades, todo depende del tipo de impacto que se desee evaluar, los sistemas de seguridad o el entorno, entre otros factores. En líneas generales, las velocidades de un crash test para pruebas urbanas oscilan entre los 10 y los 50 km/h y el impacto frontal suele practicarse a 64 km/h.
Los crash tests se ejecutan con una luminosidad óptima y se graban en vídeo de alta calidad, con el objetivo de captar cada detalle de la colisión. Gracias a estas grabaciones, es posible analizar qué pasa con cada sistema de seguridad del coche y cuáles pueden ser las consecuencias del accidente para los pasajeros.