Por Carlos González Arizmendi
Desde que puse un pie en el BYD King, supe que no era una simple prueba de manejo… ¡era el casting para ser copiloto de una nave alienígena! Me recibió un habitáculo futurista con una pantalla de 15.6 pulgadas rotatoria —sí, rotatoria, como si fuera a elegir entre ver el mapa o poner Netflix. Y cuando activé el encendido sin llave (porque aquí ya no se usa llave, solo el toque de la fuerza), el silencio fue tal que dudé: ¿Estoy arrancando el auto o meditando con un monje tibetano?

El BYD King es un sedán híbrido enchufable de la familia DM-i (Dual Mode Intelligence), con un motor 1.5L de ciclo Atkinson y un motor eléctrico de 197 hp, que juntos ofrecen una aceleración tan suave que por un momento creí estar despegando en business class. ¡Y el rendimiento! Con más de 1,200 km de autonomía combinada y hasta 80 km solo en modo eléctrico, pensé: Este coche va más lejos que mis relaciones amorosas.
Al ponerlo en modo EV, el BYD se movía como si flotara en una pista de patinaje. No hace ruido, no vibra, y si te descuidas, ya estás en la siguiente ciudad sin haber notado que saliste de tu cochera. El cambio de marchas es tan sutil que tuve que mirar dos veces si ya iba en “Drive” o en “Modo Estación Espacial Internacional”.

El asistente de conducción es tan inteligente que en una curva me susurró: “Tranquilo, yo te cubro”. Tiene frenado automático de emergencia, mantenimiento de carril y control crucero adaptativo. En un momento, activé el piloto automático y el coche se manejaba solo. Yo ya estaba pensando si pedir un café o preguntarle al coche por el horóscopo del día.

Y la conectividad… ¡Ay, la conectividad! El sistema DiLink permite sincronizar el teléfono, hablar con el coche, programar el aire acondicionado desde una app, y probablemente, si le insistes, también te da terapia emocional. El sistema de sonido Dirac Live sonaba tan bien que sentí que mi playlist por fin me respetaba.

Cuando terminó la prueba, quise abrazarlo. Lo miré como se mira a un androide del futuro con sentimientos. Me bajé, toqué el piso para confirmar que estaba en la Tierra, y pensé:
El BYD King no es un auto. Es una experiencia tecnológica de otro planeta… que casualmente tiene llantas. 👑🚗✨
