No todo lo que brilla es oro

En el mundo automotor, no todo lo que brilla es oro. Hay automóviles que, por su diseño, atrapan nuestra atención y nos despiertan sentimientos positivos, pero a la hora de que los compramos, resulta que nuestra primera emoción va desvaneciéndose hasta el punto de llegar a decepcionarnos.

La decepción comienza cuando nos damos cuenta de que hay pocos puntos de venta o servicio a donde llevar nuestro automóvil.

En segunda instancia, el motor no nos da la respuesta que esperamos y, lo que pudo ser una aventura en términos de la compra, acaba convirtiéndose en un dolor de cabeza.

En tercer lugar, está el tema de la calidad de interiores. Los plásticos resultan de mala calidad y al poco tiempo, comienzan los ruidos de la baja calidad de ensamble del vehículo.

En cuarto puesto, si sufrimos una colisión o bien, una falla mayor, las refacciones pueden tardar meses y las molestias hacia nuestra vida cotidiana incrementarse de manera radical.

Una de las marcas, que a mi me daría miedo comprar, es Fiat. Pongamos el ejemplo del simpático 500. Es un auto que a todas las luces llama la atención por lo bonito de su diseño, pero ciertamente no lo recomendaría por las razones antes mencionadas.

El auto tiene un diseño espectacular pero, si me preguntan si sé la ubicación de los distribuidores o si se destacan por el servicio postventa, la respuesta es no.

He sabido de mucha gente que, en su momento lo compró, y que, fueron más felices cuando lograron venderlo tiempo después.

Aprendamos a comprar correctamente, puesto que el coche es una compra patrimonial, no son tres pesos los que estamos invirtiendo. Investiguemos si hay soporte y refacciones y leamos todo lo que podamos leer antes de comprar.

En esta industria, como en todas, no todo lo que brilla es oro.

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