- China consume unas tres cuartas partes de los semiconductores a nivel mundial, pero solo produce el 15%
La rivalidad creciente entre las dos grandes potencias de este siglo ascendió un alto peldaño a principios de octubre cuando Estados Unidos anunció que prohibía la venta de algunos semiconductores o herramientas para su fabricación a compañías o ciudadanos del gigante asiático. La medida pretende limitar el avance de las capacidades chinas en los sectores de la tecnología avanzada (superordenadores, por ejemplo) o Defensa, en los que Washington todavía conserva algo de ventaja.
Aunque esperada hasta cierto punto, las restricciones cayeron como un jarro de agua fría en China. El correctivo “viola gravemente los acuerdos comerciales y daña los intereses legítimos de Pekín”, criticó su ministro de Exteriores, Wang Yi, que también pidió a Washington que “deje de crear nuevos obstáculos”.
Lo de poner palos en las ruedas del desarrollo tecnológico chino viene de lejos. Ahí están los varapalos arreados con el presidente Donald Trump a las tecnológicas ZTE o Huawei, a las que negaron el acceso a sus chips y forzaron a tener que desarrollar su propio sistema operativo. Ya con Joe Biden en la Casa Blanca, el Congreso aprobó la ley Chips, que contempla 52.000 millones en ayudas para la industria nacional de semiconductores (a excepción de aquellas que colaboren con China), y prohibió a firmas como Nvidia y AMD vender sus chips de inteligencia artificial de última generación a empresas chinas.
A corto plazo, las restricciones amenazan con frenar el progreso tecnológico chino, con ramificaciones en su desarrollo social y económico. Es probable que Pekín trate de buscar suministradores alternativos o alguna forma de eludir las restricciones, para lo que será clave el comportamiento de terceros países con peso significativo en este sector tan especializado.
De la competitividad a las sanciones
Tecnologías emergentes
La Administración de Joe Biden está explorando la posibilidad de nuevos controles a las exportaciones que limitarían el acceso de China a algunas de las tecnologías informáticas emergentes más poderosas. Esos planes, que todavía estarían en una etapa inicial, se centran en el campo aún experimental de la computación cuántica o del software de inteligencia artificial. Los expertos de la industria todavía están evaluando cómo establecer los parámetros de las restricciones, añadieron.
Polarización
En un reciente discurso, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, se refirió a las “tecnologías relacionadas con la computación, incluida la microelectrónica, los sistemas de información cuántica y la inteligencia artificial” como uno de los desarrollos que tendrán una “importancia enorme” en la próxima década. En ese sentido, también subrayó la trascendencia de “mantener la mayor ventaja posible”, sobre sus adversarios. Si esos controles se materializan, corren el riesgo de antagonizar aún más a China y empujar a otros países a elegir bando entre las dos principales economías del mundo.
La carrera cuántica
La computación cuántica es un campo experimental con el potencial de aumentar drásticamente el poder y la velocidad de los ordenadores y eludir las funciones de seguridad de cifrado. En la actualidad, empresas como Microsoft, Google, Intel e IBM están dedicando millones de dólares a la investigación en varios proyectos cuánticos.
Estados Unidos debe asegurarse de que sus aliados “remen en la misma dirección”, escribió Gregory Allen, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Convertir esos controles de exportaciones unilaterales en multilaterales será un gran desafío y una de las prioridades diplomáticas clave de la Casa Blanca en sus conversaciones con Europa, Japón, Taiwán y Corea del Sur”, añadió.
Más a medio y largo plazo, China redoblará sus esfuerzos por conseguir desarrollar su propia industria de semiconductores, algo en lo que ya viene trabajando intensamente en los últimos años. Así quedó de relieve en el discurso que el presidente Xi Jinping ofreció durante el reciente congreso del Partido Comunista Chino, en el que abogó por lograr “una mayor autosuficiencia” en ciencia y tecnología, preludio de grandes inversiones en el sector. En la actualidad, China consume unas tres cuartas partes de los semiconductores que se venden a nivel mundial, pero solo produce alrededor del 15% del total.
Con el veto de Washington, firmas como Qualcomm o Intel pueden perder el 60% de sus ingresos
“El desacoplamiento tecnológico podría servir a China como momento Sputnik para la innovación, obligándole a adoptar un enfoque de arriba hacia abajo y de autosuficiencia, especialmente en semiconductores”, señaló Citi en una nota. Sin embargo, no lo tendrá fácil. Los expertos señalan que los fabricantes chinos están varios años por detrás de sus contrapartes en el extranjero, por lo que no son adecuados como sustitutos instantáneos de los equipos perdidos de proveedores estadounidenses. Según apuntan, la innovación en semiconductores se basa en conocimientos de vanguardia en una cadena de suministro global que al país le resultará difícil de recrear y se enfrenta a múltiples competidores de primer nivel con décadas de experiencia.
Por su parte, las empresas estadounidenses también se podrían ver perjudicadas por la nueva salva de restricciones. China es el mayor cliente de semiconductores estadounidenses, y las exportaciones al gigante asiático representan hasta el 60% de los ingresos de algunas empresas como Qualcomm o Intel. En agosto, Nvidia dijo que sus ingresos trimestrales podrían caer hasta 400 millones de dólares después de que se le prohibiera vender chips de alta gama a China. La medida también podría afectar a fabricantes estadounidenses con factorías en China que dependen de estos semiconductores para sus productos, como Tesla o Apple, entre otros.
Con información de La Vanguardia